2016 es una año de efemérides literarias. En primer
lugar, porque se commemoran centenarios del fallecimiento de tres grandes
clásicos universales, dos de ellos españoles: setecientos años (se discute si en 2015 o 2016) de la muerte de Raimundo
Lulio (o Ramón LLull),
escritor que inaugura el mallorquín literario; cuatrocientos del deceso
de Miguel de Cervantes, el patriarca de las letras españolas; y otros tantos de la
desaparición de William Shakespeare,
la cumbre de la literatura inglesa.
En segundo lugar, porque el panorama de
conmemoraciones se ve enriquecido por cifras y nombres de la talla de los que a
continuación se enumeran: 30 años de la muerte de Jorge Luis Borges, 75 de la de James
Joyce, 100 de la de Rubén Darío, Jack London y Henry James y 125 de la de Herman Mellville; el centenario del
nacimiento de Roald Dahl, de Antonio
Buero Vallejo y de Camilo
José Cela, 150 años del de Ramón
María del Valle-Inclán y el bicentenario del
nacimiento de Charlotte Brontë.
Para completar la nómina, la conmemoración de un hecho biográfico
que permitió la gestación de un libro esencial de la poesía española
contemporánea: se cumplen cien años del inicio del viaje de novios a Nueva York
(1916) de Juan
Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, que inspiró Diario de un poeta recién casado.
